Quizás son pocos los que se han preguntado el grado hasta el cual deberán estudiar.
Tradicionalmente en nuestra sociedad se cree que con la educación universitaria se ha llegado a la cúspide académica.
Son pocos los que se imaginan a sí mismos estudiando una maestría o doctorado y son menos los que desde muy jóvenes se preparan para estudiar en el extranjero.
Como todo en la vida, la educación formal debe ser algo planificado, no improvisado.
Una experiencia reciente como docente, ha sido la de enviar información sobre becas para el extranjero y darme cuenta que la mayoría de mis alumnos no ha tenido dentro de sus planes, obtener alguna. Y no es agradable ver como sus rostros demuestran que sí quisieran tener algún beneficio de estos, pero que no han orientado sus esfuerzos en ello.
Algunos porque no sabían la existencia de estos programas, otros, simplemente lo ven como algo lejano a ellos.
Claro que están aquellos para quienes estos beneficios no les interesan. Esto es punto y aparte y respeto su postura.
Pero hay algo que quienes han decidido cursar una carrera universitaria deberían tener presente: estudiar es para toda la vida. Al terminar nuestra carrera, no cerramos los libros y los colocamos en altos libreros para que den un cierto aspecto intelectual al hogar. Debemos actualizarnos para crecer en una era donde el conocimiento cambia a diario.
Pero el crecimiento no sólo debe ser en aspectos teóricos del conocimiento. Existen programas que te permiten crecer en otros ámbitos. El simple hecho de concursar para obtener un lugar, te hace darte cuenta de que tus capacidades han crecido.
Si logras obtener una experiencia académica que te permita estar en contacto con otras culturas, te confrontará contigo mismo, ya que al notar diferencias, estás descubriendo aspectos positivos y negativos de tu propia cultura. Y esto, sólo por citar un ejemplo.
Para concluir, debes buscar experiencias académicas que te permitan crecer en el mayor número de ámbitos posible, sin importar tu edad y grado académico.
